Siguiendo con nuestro repaso de la evolución de los barcos de vela a lo largo de los tiempos, hoy nos toca el Dromón Bizantino.
Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, las flotas de guerra prácticamente desaparecieron del Mediterráneo. Los pocos bajeles de guerra que seguían la técnica del trirreme romano, fueron sustituidos, a mediados del S. IX, por el formidable Dromón. Llevaba tres mástiles con velas latinas o triangulares, aunque poseía dos filas de remos manejados por 150 ó 200 hombres; también llevaba un armamento impresionante por lo pesado, como balistas (especie de gigantescas ballestas manejadas por medios mecánicos) y catapultas. En la proa portaba un artefacto de bronce, activado por fuelles, que proyectaba un fuego abrasador, el famoso Fuego Griego, contra las naves enemigas. Su actividad fue destacada en la reconquista de Chipre por el Emperador de Bizancio, Romano V, y su diseño fue copiado por los musulmanes durante las cruzadas.