Grecia está llena de cuentos relaccionados con el mar, con los barcos; con la pesca. Hoy os cuento la primera parte de esta entrañable historia.
Cada mañana le oigo llegar, con su furgoneta colorada. Da dos pitidos y aparca en la plaza. Y yo cada mañana quiero bajar, pero como viene a horas tempranas, horas de embelese, siempre me pilla en pijama y con la taza en la mano.Y así cada día: da dos pitidos, aparca y vocea:
-Ο ψαρας, Ο ψαρας….. απο την θαλασσααααα. (El pescador, el pescador del maaar)
Y en el pueblo algún vejete corea:
– Θαλασσα…θαλασσααα
Y otro de más allá le responde
– Θαλασσααα
Y se oyen risotadas.
Todos los días la misma gamberrada, pero a él parece no importarle. Y ahora que lo conozco mas, no me extraña el pitorreo; pero eso lo comprenderéis después, cuando leáis la historia que hoy os cuento.
Un día, por fin, conseguí estar preparada a la hora del Ψαρας que accedió encantado a posar para la foto, con sus tremendos pescados ¡Deel maaaar! Traía cuatro escorpas y un puñado de pescaditos incalificables
– ¿Solo eso?- Dije.
– Bah, el mar es muy poco agradecido- Me contestó con los ojos enrojecidos por la sal y el sol.
Continuará