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18 junio, 2013

Helena la Helena

“… a nosotros Zeus nos ha dado un funesto destino, para que a los venideros les sirvamos de tema en sus cantos…”

Helena

Iliada Canto VII

¿Quién no ha sentido la curiosidad de ver un retrato de Helena? aquella a quien llamaban la más hermosa. La Helena hija de un divino cisne, Zeus. La raptada dos veces. Helena, helena, la griega. Un ser adorado y odiado, escondido y enigmático del que pocas palabras conocemos.

Homero la trató en la Iliada con respeto y afecto y la mostró pesarosa por los horrores de la guerra de Troya, exiliada y nostálgica, abrumada por la culpa, víctima del destino. ¿No tenía al fin y al cabo sangre divina?  Cuando el apocado Páris huye de su célebre enfrentamiento con Menelao, ella desprecia la cobardía de su amante y se reprocha a si misma por la situación que ambos habían generado.

¿Helena de Troya? ¿Helena de Esparta? Cuentan que en Ilion, al poco de llegar, nadie la quiso; los troyanos odiaban a la guapa griega que solo traería desgracias a su ciudad. Pero tampoco la quisieron los griegos, que la entregaron a su esposo Menelao, sin piedad, tras la destrucción de Troya.

Menelao. –Los que por ella lucharon me la entregan para que la mate, a menos que quiera llevármela, sin matarla, a la tierra de Argos. He decidido rechazar la alternativa de matarla en Troya y llevármela en una nave a tierras de Grecia para entregarla allí a la muerte. Será una recompensa para quienes en Ilión perdieron a los suyos…

Helena.- Menelao, este comienzo es sin duda para asustarme, pues en manos de tus siervos he sido sacada por la fuerza delante de estas puertas. Sé que me odias, más con todo quiero hacerte una pregunta: ¿qué habéis decidido los griegos y tú sobre mi vida?

Menelao.-No tuviste que llegar al recuento exacto de votos, pues todo el ejército, al cual ultrajaste, te entregó a mí para que te matara.

Helena.-¿Puedo, entonces, contestar a eso razonando que, si muero, moriré injustamente?

Menelao.-No he venido con intención de hablar, sino de matarte.

Eurípides, Troyanas.

Tampoco  en Argos mató Menelao a su esposa. La vio tan bella que…

Algo convencionales son los que prefieren ver a Helena y a Menelao viviendo juntos en su palacio. Y más tarde, ya como diosa, paseando por los  Campos Elíseos, donde permaneció con su esposo el resto de su divina eternidad.
Románticas otras versiones, en las que Helena se retira a una isla del Mar Negro, donde ya habitaba  Aquiles. Se enamoran y dan a luz a un hijo, Euforión, la mezcla de la bella y del héroe.

Pero los males de La griega no parecen acabar para otros autores con tanta dulzura y le dan destinos mucho más trágicos:

Con la pronta muerte de Menelao, Helena fue expulsada del Peloponeso por indigna. Viajó hasta  Rodas, donde la recibió la reina Polyxo que simuló acogerla, cuando en realidad su intención era vengar  la muerte de su esposo. Tras disfrazar a sus criadas como Erinias para atormentar a la desterrada, hizo que Helena acabara por ahorcarse.

Y por último, la versión más prodigiosa sobre el regreso de Helena; la de que nunca estuvo en Troya  y que los griegos lucharon por rescatar un doble falso fabricado por Hermes, mandado por Hera. Mientras Helena pasaba plácidamente los años de la guerra en Egipto.

En el fondo que más da, cada cual que escoja la suya.

En velero por Grecia , ,
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