En Grecia hemos conseguido ver focas monge en el norte del Egeo y en el mar Jónico.
La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus) es uno de los mamíferos marinos más amenazados. Actualmente encontramos unos 600 ejemplares en todo el globo terráqueo.
Antiguamente las poblaciones de focas monje vivían en todas las costas del Mar Negro, el Mediterráneo, las costas del norte de África, así como en las islas atlánticas; las Azores, las Islas Canarias, Madeira e islas del Cabo Verde.
El exterminio sistemático de la especie ha llevado a una importante disminución de la población mundial.
Las investigaciones han registrado pequeñas comunidades reproductoras en las islas del Mar Jónico (Zakynthos-Kefalonia), en el Mar Egeo, así como en la zona del Dodecaneso, centrándose en Karpathos y Kasos. Al realizar las estimaciones más precisas sobre la distribución de la foca monje en el archipiélago griego, se asigna la apariencia y la observación de los precintos en toda Grecia, ya sea a través de la Red de Información y de rescate de la Foca Monje (RINT), o a través de la investigación y el seguimiento de las poblaciones locales en diversas islas. Los bancos de peces en general suelen situarse sobre los territorios próximos a la costa, con un límite de 200 metros de profundidad, la profundidad a la que puede bucear la foca monje. Sin embargo, las comunidades de esta especie no muestran una especial capacidad para moverse y navegar en mar abierto, algo que facilita su difusión y la migración en todas las islas.
La foca monje debe ser adoptada como el símbolo de la conservación del Mediterráneo. Organizaciones no gubernamentales, investigadores, gobiernos y organismos internacionales deben coordinar sus actividades de información para un mayor impacto posible en esta conservación. El enfoque holístico que ello implica y las soluciones integradas que necesariamente se derivan de ello, también han seguido siendo difíciles de alcanzar.
A pesar de un potencial significativo, no ha habido importantes esfuerzos para extraer a los habitantes de las costas en el proceso de conservación.
Las autoridades de gestión no poseen los recursos ni el personal calificado para poder desarrollar las oportunidades económicas alternativas que en última instancia, contribuirían a hacer viables las zonas marinas protegidas a largo plazo. A pesar del fomento de la coexistencia entre las focas y los pescadores a través de ayudas directas, la asistencia de la comunidad y la participación en los regímenes de supervisión o de gestión, la MPA sigue lejos de ser generalizada, si bien tales medidas han desempeñado un papel significativo en Turquía y Mauritania.