Los eclipses de Luna siempre se producen durante un plenilunio. En el eclipse, la Tierra, iluminada por el Sol, crea una sombra larga en forma de cono, umbral, que tapa el satélite. Un eclipse total de Luna ocurre cuando ésta pasa completa dentro del umbral.
Durante la totalidad, que puede durar alrededor de una hora; ya que la sombra de nuestro planeta es más grande que su satélite; la Luna no es totalmente invisible, sino que presenta una débil luminosidad rojiza provocada por la luz solar difundida por nuestra atmósfera.
En la antigüedad este fulgor rojizo de la Luna eclipsada producía pánico entre quienes la observaban creyendo que era un indicio de catástrofes venideras.
Si pudiéramos viajar nosotros a la luna durante un eclipse total veríamos a nuestro planeta oscuro, delante del sol y este derramaría sus rayos por todo el contorno de la circunferencia, como una corona de fuego. Este resplandor es el que alumbra a la luna y la transforma en una esfera roja.
El término Luna Roja suena mejor en italiano, Luna Rossa, y a todos nos recuerda a esta entrañable canción napolitana: