Un barco es un sitio para relajarse; y para conseguirlo que mejor que escuchando música. Te hacemos una breve inmersión en algunos compositores griegos importantes. Hoy: Manos Hatzidakis.
Solo la música y los olores son capaces de crear o recuperar emociones que ni el más elaborado lenguaje puede conseguir. La vida no tiene banda sonora, ni olfato, pero muchos de nuestros recuerdos son películas mentales que se proyectan en nuestro cerebro cuando escuchamos una determinada combinación de notas o un aroma familiar. En una calle suena un piano y te quedas paralizado. A mi, aunque parezca un poco prosaico, también me sucede con los pimientos asados; me quedo quieta si los huelo y me llego a emocionar, me alegran la vida.
Pero sigamos con la música. Científicamente está probado que tanto los recuerdos como las melodías se interconexionan en la corteza prefontal media de nuestro cerebro. Que por cierto, es una de las que más tarde se atrofian en los enfermos de Alzheimer y por eso la música provoca en estos pacientes fuertes respuestas positivas.
Pero yo diría más, porque creo que algunas canciones son capaces de evocar en nosotros memorias inexistentes, estados de ánimo que, por mucho que nos empeñemos, no asociaremos con un instante concreto, pero que se desencadenan un torrente de sensaciones, como un déjà vu de recuerdos que no sucedieron ¿O sí?
Y hay compositores con los que me funciona muy a menudo; Manos Hatzidaki es uno de ellos. Este hombre, era capaz de escribir notas ocultas, que cuando las oyes de nuevo te transportaran a un universo paralelo. Como un arpista cuando toca una determinada cuerda y ¡Zas!…todo cambia de color. Hay tantas canciones suyas que me provocan estas cosas, pero voy a poner una que casi tenía olvidada:
Esta canción, cantada aquí por Vasilis Lekkas, fue también escrita en inglés, con una letra completamente diferente para la película “La canción de Martin” de J.Crowther (1970).