Un día lei un artículo sobre los inicios de este tipo de navegación en flotilla, esas conservas de barcos a veces tan molestas que llenan una cala. Quizás, pensándolo bien, parte de las comodidades de las que disfrutamos hoy en día los veleristas, en el Mediterráneo, se debieron a la audacia y sed de aventura de algunos procaces navegantes que nos abrieron camino.
Fue un tal Eric Richardson, en 1973 quien por primera vez compró un grupo de 20 barquitos de 25 pies, los Snapdragons, para realizar cruceros en conserva con amigos o clientes. Los botó en el golfo Sarónico, cercano a Atenas y por los pocos datos a los que he tenido acceso tuvo como primer jefe de flotilla a una mujer. Si, exactamente una de esas raras féminas a las que le gusta la vela y la aventura más que rizarse el pelo o vestir a la moda, una de esas a quien, a las que a pesar de, o más bien por su insultante atrevimiento, calificarían en algunas tertulias náuticas casposas, con tono jocoso y algo peyorativo como: “La almiranta”.
En cada barco iban 3 personas, no necesariamente conocidas con anterioridad. Una dormía en la proa, otra en la mesa del salón, convertible en cama, y una tercera, y más desdichada, en la conejera, es decir, embutida como el hombre bala, con las piernas y el cuerpo en un sarcófago, bajo la bañera, y la cabecita asomando en el salón. Cuándo se cocinaba en el infernillo, o cuando alguien usaba el aseo, los otros dos salían a echar un pitillo a cubierta, esperando su turno. A más de uno se le pondrán los pelos de punta con semejante tortura vacacional, pero googleando un poco encontré el artículo de una americana que había participado en una de esas “expediciones” y lo contaba como una de las experiencias más estimulantes de su vida; incluido cuando se equivocaron de isla y aparecieron en una desierta, si poder ni siquiera cenar.
La gente, fundamentalmente británicos y holandeses, empezaron a aficionarse a este tipo de navegaciones y las flotas se ampliaron y extendieron por la antigua Yugoslavia, Turquía, Cerdeña… y llegaron mucho después hasta el Caribe.