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23 noviembre, 2011

Navegar por Grecia en tiempos de crisis

Nuestros viajes navegando por Grecia tienen momentos buenos y momentos malos. Estos son regulares, pero de todos se aprende.
-Mira Harula que palomita te traigo.
Apretaba al horrorizado animal entre sus manos sonriendo. Pero Harula estaba tendida bajo una cama de hierro. No podía verle.
Estamos en un hospital del Pireo. Harula y otras 15 personas más nos apretamos en una habitación con 8 camas, donde apenas pueden entrar las enfermeras; con ocho enfermos y sus respectivos acompañantes. Y Harula pasa la noche, en el suelo, bajo la cama de su marido. Mientras, las palomas revolotean por los pasillos buscando migas de pan. El calor es absolutamente sofocante.
Grecia se hunde y nosotros con ella.
-Pasamos malos momentos; supongo que lo sabéis. Sería preferible que en cuanto podáis, volváis a España, a un hospital mejor; este es muy viejo.- Nos dijo el médico de guardia que nos atendió.
Pero no era la vejez del hospital lo sorprendente,  si no la falta de medios: solo dos váteres y una ducha por planta, no hay papel higiénico, ni toallas, ni jabón, ni cubiertos para comer.
– Enfermera ¿Cómo quiere que se coma este anciano, con párkinson, el muslo de pollo con solo un tenedor de plástico?
-Lo siento, Señor, pero no tenemos más. Le dejo un cuchillo y luego me lo devuelve, si puede. Ya sabe usted la terrible situación que atravesamos.-  Posiblemente, pronto dejen de suministrar tenedores de plástico también.  Y posiblemente  también, pronto dejen de pagar el sueldo de la mujer que responde a la reclamación.
Salvo estas excepciones, en general, nadie se queja; todos aceptan la situación como providencial, como transitoria, como si todo fuera pronto a pasar. Y aplican su solidario sentido de la existencia con cada vecino, en el más puro estilo griego.
Pero esto no pasa. Acabo de leer en el periódico que los hospitales griegos no pueden asumir la compra de antitumorales y el enfermo tiene que pagarlos de su bolsillo; que la deuda con la gran empresa farmacéutica asciende a tropecientos millones y que pronto dejaran de suministrar medicamentos. La misma empresa, la misma que se forró con  la venta del Tamiflú contra la terrible gripe que nos acechaba en tiempos de bonanza. ¿Ahora no hay gripe?
Los ricos aprietan y aprietan y asfixian; esperando sacar agua del desierto y la troika se enfada porque no aplican sus medidas. ¿Pero no se dan cuenta que este país nunca podrá pagar lo que debe?  ¿Con solo 11 millones de habitantes y sin ningún tipo de industria? No entiendo como sus gobernantes fueron capaces de pedir prestados 380 000 millones de euros, no entiendo porque se los prestaron, no entiendo que ahora, en plena crisis, piensen en que sean capaces devolveros. Los griegos tampoco lo entienden. Es la misma hipocresía que dejarle a un mendigo 100.000 € e intentar estrangularlo para recuperarlos.

 

-Mira Harula…tu palomita.-  Harula sonríe, más espabilada, con los ojos del verde del mar; lo traía adherido a sus pupilas; el mar de Sifnos, que se pega como las lapas. Como si fuera corriente encontrar palomas en un hospital. Como si fuera normal encontrar el color del mar de las Cícladas en Atenas.
P1010250.jpg.Navegar por Grecia en tiempos de crisis
En velero por Grecia ,
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