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17 noviembre, 2015

Perros polémicos

No hay dos perros iguales cada uno tiene su carácter exclusivo y su apasionamiento. En el fondo son animales obsesionados con un tema que convierten en el leitmotiv de su existencia; pelotas, ovejas, liebres, hasta la lucha política. No bromeo; así que de perros legendarios pasemos a darle un repaso a los chuchos de la revolución.

Un ejemplo de animal muy especial fue Dick el perro amigo de los deportados, en el campo de concentración de Limnos para disidentes políticos, bajo la dictadura de Metaxas. Dick odiaba a los guardas, a los que enseñaba feroz los dientes cuando se acercaban; protegía a su forma a los cautivos inventando perras triquiñuelas. Los policías tenían la costumbre de esconderse entre los barracones por la noche para espiar las conversaciones de los reclusos, denunciarlos como conspiradores y arruinarles la vida, un poco más si cabe. Dick agazapado los sorprendía y se arrancaba a ladrar con estruendo para alertarlos; cuando los reclusos le oían gruñir ya sabían que era hora de callar o de hablar del tiempo.  En dos ocasiones comió veneno el pobre Dick, pero hay que reconocer que su vida de proscrito le agudizó el ingenio hasta hacerlo más listo que el propio hambre. Cuentan quienes lo conocieron, que sintiéndose morir, se fue arrastrando en silencio hasta el barracón donde mantenían un servicio médico improvisado los propios reclusos; allí le realizaron un lavado de estómago y lograron salvarlo por los pelos. Dick se hizo asiduo de aquel centro de salud especial; se acercaba  si se clavaba un pincho, se cortaba la pata o le arañaba un gato. Un día, Dick pasó por delante de una larga fila de reclusos que esperaban su turno para ver al doctor. «Dick, no te cueles» le increparon en broma; el perro agacho las orejas, se dio la vuelta y se colocó en el el lugar más apartado.

Mataron a su novia, mataron a sus cachorros, por si Mendel tenía razón y se organiza un pelotón indiscreto de retoños muerde-polis. Lo mataron a él al fin, cuando los presos fueron trasladados al penal de Makronisos y no pudieron llevarlo con ellos. Lo mataron, por celos, por despecho y por mala baba.

El célebre poeta  Yianis Ritsos, uno de los testigos de primera línea,  le dedicó un poema al compañero Dick,  para que nadie olvidara a ese héroe cuadrúpedo, camarada, respetable y cariñoso con quien era de los suyos, que perdió su vida peleando por un mundo más justo a su irracional manera. El poema está recogido en su Cantata de Makronisos y esta es la versión musicada, no muy buena por cierto, pero pertenece a una época en que la melodía era acompañante secundario de las canciones protestas.

 

No olvidemos la memoria de Dick
Sí, sí, nuestro perro Dick
Del campamento de Mudros
Al que mataron los guardas
Porque amaba a los presos
No olvidemos a nuestro compañero Dick
Nuestro amigo Dick
Que ladraba en la noche
En la puerta frente al mar
Y dormitaba al amanecer
A los pies desnudos de la libertad
Con la luz dorada del lucero del alba
Pero con una oreja tiesa.

Ahora Dick descansa en Limnos
Mostrando siempre sus colmillos
Quizás lo oigamos pasado mañana
Ladrando contento en la manifestación
Desfilando bajo nuestras banderas
Y colgando de su boca
Un pequeño letrero “abajo los tiranos”.
Era bueno el Dick.

El mundo de los Barcos.
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One Comment
  1. Me encantan los perritos; tengo 3: grande, labradora CANELA, mediano, fresh poodle JACK y pequeño pincher ASHLAN. Me gustó mucho el escrito.

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